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La infancia me enseñó el poder del afecto y del cuidado genuino.
El deporte me mostró la fuerza de la disciplina
La ingeniería me dio estructura y claridad.
La maternidad me reconectó con mi esencia.
Hoy, eso es lo que comparto contigo: una forma de vivir que nutre quien eres por completo.
TREAT nació cuando entendí que la salud no es control. Es conexión, integración y elección consciente.
Mi formación como health coach (IIN), mi experiencia como atleta, ingeniera, madre y mujer me mostraron que no hay fórmula mágica, mucho menos el momento perfecto — pero sí existe un camino posible, real y transformador.
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Treat nació cuando entendí que la salud no es control. Es conexión, integración y elección consciente.
Mi formación como health coach (IIN), mi experiencia como atleta, ingeniera, madre y mujer me mostraron que no hay fórmula mágica, mucho menos el momento perfecto — pero sí existe un camino posible, real y transformador.

La infancia me enseñó el poder del afecto y del cuidado genuino.
El deporte me mostró la fuerza de la disciplina.
La ingeniería me dio estructura y claridad.
La maternidad me reconectó con mi esencia.
Hoy, eso es lo que comparto contigo: una forma de vivir que nutre quien eres por completo.
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Hola, soy Marcella.
Desde niña, mi relación con la salud y el bienestar cambió.
Cuando aún era pequeña, a mi hermano gemelo le diagnosticaron diabetes tipo 1.
Ahí vi a mi familia aprender que la salud no es lo contrario de la enfermedad, sino nutrir, acoger y sostener con amor, incluso cuando la realidad desafía.
Ese fue el primer hilo de un camino que no dejó de crecer y despertó en mí el deseo de comprender más sobre salud y vitalidad.
Ser deportista profesional me mostró la fuerza de la disciplina sin rigidez.
El deporte me enseñó a vivir con intención.
Como tenista profesional viajé por el mundo, competí intensamente y conocí mis límites.
Fue en ese recorrido donde desarrollé una mentalidad que aún me acompaña: claridad de propósito, valentía frente a la incomodidad, presencia en el ahora.
Ser atleta me enseñó sobre disciplina, sobre caer y levantarme, y sobre el poder del cuerpo como instrumento de expresión y realización.

Esa experiencia me mostró que el verdadero éxito no está solo en las grandes conquistas, sino en sostener tus valores y quién eres — incluso en los días difíciles.

Antes del giro: todo en su sitio, pero algo faltaba
Por fuera, todo parecía encajar. Hacía todo “bien”: comía sano, entrenaba, estudiaba, seguía una rutina admirable.
Pero, por dentro, algo seguía sin nombre. Un leve malestar, faltaba conexión, escucha, verdad… ¡Y yo aún no lo sabía! Hasta que…

En 2021, todo cambió…
Nació mi hija — y con ella la vida me detuvo.
Hice todo “según el manual”: medité, estudié, me alimenté bien, practiqué yoga, preparé el parto perfecto…
Y aun así, días después estaba sola en una UCI, con el pecho lleno de leche, la tensión descontrolada y la culpa desbordando. Ah, ¡y sin el tan deseado “parto perfecto”!
Los análisis decían que yo estaba “bien”, pero mi cuerpo decía lo contrario.
Sola, llena de culpa y miedo, comprendí: si no me priorizaba, no podría ser la madre que soñaba, ni la mujer que soy.
En ese momento comenzó mi camino de vuelta.
Más que tomar decisiones saludables, tuve que recordarme quién era y crear un sistema que funcionara para mí, con base, consciencia y presencia para vivir con vitalidad y verdad.
Necesité parar para comprender que la salud también es tener el coraje de escucharse, acoger(se) y cuidarse con compasión.
Porque, en el fondo, la pregunta no es “¿qué más necesito hacer?”, sino “¿cómo quiero vivir?”.
Y cuando esa respuesta nace de dentro, se convierte en brújula. Y deja de ser exigencia.
Y todo empieza con CLARIDAD, estructura y escucha.
Ahí es donde yo puedo caminar contigo.
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